Por Isabel Castañeda
A lo largo de la vida tenemos experiencias que, si sabemos aprovecharlas, nos servirán de apoyo.
Si partimos de una de las más recientes, que nos han marcado colectivamente, debemos mencionar la pandemia.
Fue un punto de inflexión que cambió, totalmente, nuestros esquemas.
No hace al caso extenderse en explicaciones, porque sólo la menciono como arranque para esta reflexión.
Hubo una idea, bastante generalizada, de que la sociedad saldría mejorada.
A la vista de los acontecimientos, se ha evidenciado que no ha sido así.
Un sector de ella, ha intentado recuperar el tiempo perdido, con ansia por disfrutar, como si no hubiera un mañana.
Otro grupo, quizá más reducido o menos visible y silencioso, se ha recluido en su zona de confort, por miedo a lo que viene de fuera.
Y un tercero trata de encontrar su equilibrio, en medio de la inestabilidad y la inseguridad; pero con esperanza de mejores momentos.
El primer grupo, tendrá experiencias, unas gratificantes y otras decepcionantes; pero los problemas siguen estando ahí.
El segundo, irá cayendo en la tristeza y, cada vez, tendrá más dependencia de personas y medicamentos.
El tercer grupo, continuará afrontando los avatares de la vida, intentando aprender a gestionarla de la mejor manera posible.
La receta es personal:
-Cuidar la salud física con sensatez y sentido común; con la ayuda de profesionales, cuando es necesario.
-Alimentarse de manera sana.
-Ejercicio razonable y con arreglo a las condiciones físicas.
-Descanso necesario; dándose cuenta de que el día tiene 24 horas y no se puede ir más allá de lo que es razonable.
-Mejorar la salud psicológica, siendo conscientes de nuestra manera de pensar (La forma de pensar, determina nuestra vida).
-Las emociones; si son positivas, hay que potenciarlas y ,si son negativas, se deben gestionar, observando sus efectos: sube el cortisol, provoca reacciones químicas, que hacen bajar el sistema inmunológico, con lo que somos más vulnerables a las enfermedades.
Hay que aprender a no terribilizar; el lenguaje tiene su importancia.
La mayoría de las situaciones, no tienen ese grado; son contratiempos.
No dramatizar; es fundamental tener esperanza en que surgirán nuevas oportunidades, mejores soluciones y ánimo renovado.
Ser conscientes de que necesitamos menos de lo que exigimos; es fundamental el esfuerzo.
La vida la tenemos que conjugar en gerundio, se va haciendo, alternando lo bueno y lo malo con el mejor ánimo.
No hay otra manera de llevarla, para evitar el sufrimiento inútil.