Por Isabel Castañeda
Mi reflexión la ha motivado una noticia de ayer por la mañana.
"Un crucero de lujo ha rescatado un cayuco a la deriva, con 73 personas a bordo, algunas sin vida".
Nada más escucharla, me surgieron una serie de comparaciones de este período veraniego español y el de las personas como los protagonistas de la noticia.
Las imágenes de nuestro entorno son de movimientos masivos, buscando el descanso y el disfrute, seguramente merecidos para la mayoría de las personas.
Al mismo tiempo, una parte importante del planeta cifra su esperanza en poder llegar a nuestro mundo.
La desigualdad se hace más que evidente en situaciones como las actuales.
La injusticia y el mal reparto ponen delante de nuestros ojos un espejo, que nos devuelve una fea imagen de nosotros mismos.
El problema es muy complejo y dificilísimo de resolver y, lo triste es que, los que mueven los hilos, están ofreciendo ideas simplistas y engañosas, a sabiendas de que lo son; pero que contribuyen a sus propios intereses.
Se valen del miedo, apelando a la parte más egoísta del ser humano.
Desde luego, la solución no está en crear burbujas insostenibles, sino en los derechos humanos.
Si no se ponen en primer lugar, se repetirán errores históricos, que han hecho muchísimo daño.
Cordura, reflexión y humanidad, son más necesarios que nunca, frente a ignorancia, visceralidad y materialismo.