Glenn Gould: De "rarito" al sol

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Son las 00:57 del Viernes, 26 de Abril del 2024.
Glenn Gould: De "rarito" al sol

 

 

Es cierto que los músicos tenemos cierta fama de raros. ¿Quién en su sano juicio se pasaría desde pequeño tocando un instrumento la mayor parte del día para que luego, cuando llegue a su vida adulta, la sociedad lo considere como un mero pasatiempo o le diga eso de "si lo tocas gratis sales ganando porque te das a conocer y tú disfrutas tocando", o esa típica conversación en la que le dices a alguien que estudias música y te añade casi por inercia "¿y qué más?"? Tristemente, conversaciones como estas se dan más frecuentemente de lo que pensamos y no es de extrañar dadas las prioridades de nuestros dirigentes, industria y medios de comunicación en materia cultural y educativa.

Vuelvo a reafirmarme en que los músicos tenemos cierta fama de raros. Y lo somos. Sin lugar a duda, uno de los músicos más excéntricos, raros y geniales que ha conocido nuestra historia ha sido Glenn Gould

Gould, nacido en Toronto en 1932. Comenzó sus estudios musicales con su madre e ingresó en el conservatorio a la edad de diez años, recibiendo clases del pianista chileno Alberto García Guerrero. Debutó en Nueva york en enero de 1955, donde un representante de Columbia le ofreció visitar el estudio al día siguiente para grabar las Variaciones Goldbert J.S. Bach (que volvería a regrabar unas décadas después). Su pasión por la tecnología y su asqueo paulatino por el público, a quién consideraba que iba exclusivamente a los conciertos como un acontecimiento social y no para disfrutar y deleitarse de los grandes maestros de la música clásica, le llevó a abandonar los escenarios en lo alto de su carrera, dando su último concierto público el 10 de abril de 1942 en Los Ángeles. A partir de ese momento se encerró, casi literalmente, en el estudio de grabación para interpretar, estudiar y "recomponer" a los clásicos. 

Entre sus excentricidades destacan el canturreo que hacía sobre la melodía cuando grababa sus interpretaciones o su manía de dormir con la radio encendida, diciendo en alguna entrevista que no le hubiera importado pasarse la vida en un ascensor con hilo musical. 

En cuanto a sus gustos musicales, adoraba a Bach. Como él mismo afirmaba, su amor por Bach le hizo músico, ya que era el más grande inconformista de de la historia de la música. Su amor hacia el compositor alemán no le privó de grabar y admirar a otros compositores como Beethoven. Schoenberg o Chopin y enfrentarse a la opinión pública al decir que le horrorizaban The Beatles, la fama o dar la mano a desconocidos por temor a que se la rompieran.

En diciembre de 1982 falleció a causa de un derrame cerebral. Es más que probable que todas las "excentricidades" de Glenn se debieran a que sufriera el denominado Síndrome de Asperger, un tipo de autismo leve. 

La pieza que os propongo en esta ocasión es una grabación de "El clave bien temperado" de J.S. Bach que se encuentra a bordo del Voyager 1, cohete lanzado al espacio en 1977 y que actualmente se encuentra a 16,8 mil millones de kilómetros del sol a la espera de ser escuchado por alguna que otra vida (¿más?) inteligente ahí fuera. 

Conectando con la reflexión inicial, recalco una vez más la importancia que tiene una buena educación artística en nuestra sociedad. La música, la danza y el arte son una fuente inagotable de valores, riqueza, integración y tolerancia que aportan beneficios de incalculable valor y que dan a todo el mundo la capacidad y oportunidad de expresarse, integrarse y sentirse libre dentro de un mundo cada vez menos humano. 

Si por un momento Glenn Gould, ese genio que detestaba a The Beatles, visitara nuestro tiempo, ¿qué pensáis que ocurriría si enchufara la radio y se encontrara escuchado de refilón algo de reggaetón?

Marcelino Mora González