Haydn: Las siete últimas palabras de Cristo

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Son las 12:58 del Martes, 19 de Marzo del 2024.
Haydn: Las siete últimas palabras de Cristo
 

 
 
A las puertas de una nueva y añorada Semana Santa, las calles se comienzan a llenar de traslados y capirotes; las pastelerías de torrijas y pestiños; los balcones se engalanan con palmas y colgaduras. Poco a poco, el incienso y el romero se palpan en el ambiente y resuena, a lo lejos, el eco de alguna banda o agrupación acompañando a alguna víspera... Cómo en tantas otras ocasiones, la música nos acompaña en múltiplos formatos y desde variopintos rincones. 
La música clásica está llena de referencias y obras dedicadas a la Pasión de Cristo. El años anteriores os invitaba a escuchar "Cristo en el Monte de los Olivos" de Beethoven o "La Pasión según San Mateo" de Bach. En esta ocasión, y aún a sabiendas de que se quedan en el tintero varias de mis obras favoritas para esta época del año,  os invito a rememorar la Pasión de Cristo con "Las siete últimas palabras de Cristo" de Haydn. 
Cómo su propio nombre indica, la obra está basada en las siete últimas palabras, refiriéndose a frases, que  Cristo pronunció en la cruz:
1. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (Lucas, 23: 34).
2. «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso». (Lucas, 23: 43).
3. «¡Mujer, ahí tienes a tu hijo! [Luego dijo al discípulo] ¡Ahí tienes a tu madre!». (Juan, 19: 26-27).
4. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». (Mateo, 27: 46 y Marcos, 15: 34).
5. «Tengo sed». (Juan, 19: 28).
6. «Todo está cumplido».  (Juan, 19: 30).
7. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». (Lucas, 23: 46).
La obra fue encargada en 1786 para ser representada en Viernes Santo en el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz. El propio Haydn expresó la dificultad que le supuso escribir tal obra por las directrices que Sáenz de Santa María, el sacerdote que encargó la obra, le impuso. Entre las vicisitudes que más quebraderos de cabeza le supuso a Haydn, estaba la de intercalar movimientos lentos de larga duración entre cada uno de los interludios recitados en latín por el sacerdote sin que la gente, que asistía a una iglesia totalmente tapada de negro y sin apenas luz en señal de luto, se aburriera o quedara dormida. Imagínense, si en condiciones normales hay homilías eternas e insufribles que vienen a decir absolutamente nada y que invitan a abandonar la celebración, cambien el idioma del sacerdote al latín, apaguen absolutamente todas las luces de la iglesia e intercalen cerca de diez minutos de música lenta entre cada una de las intervenciones del celebrante... Eso era lo que Haydn, quien escribió la Sinfonía de los Adioses unos años antes, quería evitar. Para conseguirlo, recurrió al uso de un amplio abanico de tonalidades, algo nada frecuente para la época, e intercaló pasajes rápidos al final con la intención de simular el terremoto que se produjo durante la muerte de Cristo. 
La obra, escrita originalmente para orquesta, fue adaptada a diversos formatos y reinterpretada al año siguiente en ciudades como París, Roma y Viena. Haydn recibió su pago de una manera bastante original: El sacerdote le envió un dulce lleno de monedas de oro. 
Os invito a escuchar la versión que se realizó en 2009 en Cádiz, bajo la dirección de Jordi Savall, como homenaje al segundo centenario de la muerte del compositor.
Marcelino Mora González