India debería ser gobernada por un yogui. Por un yogui que tenga disciplina y sea capaz de inspirarla a un mundo que ahora es caótico y también la necesita.
India debería ser gobernada por un yogui, por una persona que haya sido educada según la tradición yóguica y que, por tanto, posea un sólido carácter moral, no sea codiciosa, no busque su gloria personal, se comporte conforme a la Ley del Karma y se atenga al Dharma.
Además, el gobernante debería ser una persona dotada de conocimiento. Jñana, el conocimiento, es como un diamante, pues tiene muchas caras:
Otro atributo del buen gobernante es que posea una mente aguda, una mente enfocada como un láser, una mente que no esté dispersa ni perdida en la política sectaria en la que el ciego guía a otro ciego. Que sea una persona perspicaz, capaz de comprender los acontecimientos y sus consecuencias. Una persona con una mente fuerte: no un dictador, un reaccionario corto de miras y destructivo, sino un alma ardiente que busque el bienestar de sus conciudadanos, tal lo describe Platón en su “República”: un hombre dedicado a su pueblo, al que debe servir de forma desinteresada.
En síntesis, el buen gobernante debe apoyarse sobre los cuatro pilares del conocimiento. Los sabios Kapila y Patanjali afirmaron que una mente sátvica está dotada de estas cuatro nobles verdades: Dharma (deber), Jñana (conocimiento), Aisvarya (prosperidad) y Vairagya (la objetividad del desapego). Tales serían los aributos del jefe de estado ideal.
Harold Sequeira
Maestro de Yoga en The Yoga Institute de Bombay (India)
Traducción del inglés y adaptación: Juan Felipe Molina