Si ofreces un plato con leche y agua a un cisne real, éste sólo beberá la leche.
Si pones un bufé ante un yogui, el yoguil sólo elegirá fruta fresca.
Una anécdota
César Cervantes, embajador de México ante Japón, echó un rápido vistazo a los abundantes platos de comida dispuestos en el salón de banquetes del Hotel Majestic de Tokio. En este mismo lugar, diferentes países extranjeros celebraban sus correspondientes días de fiesta nacional. De modo que cada diplomático asistía a la misma o muy similar cena varias veces al año, tantas como naciones representadas. El único problema fue que, aquel día, las sobras del banquete anterior reaparecieron sobre las mesas del siguiente, y un diplomático nórdico las devoró. Evidentemente, él no era un cisne. Sin embargo, César Cervantes sólo buscó fresas frescas y té verde; él era, sin duda, mi mejor alumno de yoga en Japón
No siempre lo antiguo es mejor
Tengo un pariente que, en ocasiones, me invita a cenar en su elegante piso de Delhi. Ella presenta los platos en katoris (cuencos que se utilizan en la cocina india para servir recetas más líquidas o postres). Yo siempre actúo con cautela en tales circunstancias y procuro buscar el olor del tanmatra (el elemento sutil) que, dentro del conglomerado de comida que me ofrece, denota la presencia de dal (las legumbres). Y, como el cisne, me limito a ellas y al roti (pan plano) recién hecho.
Sopa de lentejas
Algún jefe de estado hubo que era sabio en su alimentación. Como aquel que le pedía a su jefa de cocina que le preparase sopa de lentejas con un toque de ajo. Ese mandatario podría haber disfrutado de comidas más opíparas pero, al menos en este aspecto, tomaba una elección inteligente.
Cuestión de elegir
De modo que, si puedes elegir, escoge la compañía de personas alegres, nunca la de quienes derraman veneno por su boca, y deja que la luz y la alegría inunden la conversación.
Si tienes que buscar profesor de yoga, opta por uno que esté inmerso en su alma, y deja que sus vibraciones te transporten más allá de la materia.
Sé testigo, no te involucres en todo y con todo. Sé selectivo, si tienes opción. Pero, por compasión, siéntate incluso con un criminal.
Enseñando en las cárceles
En la prisión de máxima seguridad que me disponía visitar, las enormes puertas de hierro se abrieron y tres guardias armados me recibieron cordialmente. Caminé por largos pasillos hasta llegar a la sala donde iba a impartir clase de yoga para los convictos. Al poco apareció un recluso, un tipo enorme que llevaba la bolsa con los utensilios que yo utilizaría en la clase, y me dijo: “Maestro, quiero hablar contigo, a solas”. Acepté su petición y el preso, al que llamaremos Iñaki, me contó: “Hace poco, mi hijo de 13 años falleció atropellado por un camión. Mi pregunta es: ¿murió por culpa de mis karmas?”. “No -le respondí-, tus karmas no le afectan”. Aliviado y agradecido, a Inaki se le quitó un enorme peso de encima. Y se mostró preparado para cumplir su condena con una mentalidad diferente.
Regalé a Iñaki un mala (el rosario hinduista o budista de 108 cuentas) y este hombre encarcelado aprendió a repetir con fe el mantra liberador que también le regalé: Hum-sa, “Yo soy Él”. “Mi alma y la celda de la prisión ya no me ahogan”. Gracias al yoga y a la capacidad de elegir.
Harold Sequeira
Maestro de Yoga en The Yoga Institute de Bombay (India)
Traducción del inglés, adaptación y aclaraciones: Juan Felipe Molina