Los escritores y la vanidad

Son las 10:39 del Sábado, 27 de Abril del 2024.
Los escritores y la vanidad

 

Por Antonio Carmona Márquez

Antonio Tocornal es, sin lugar a dudas (bueno, a mí no me cabe la más mínima), un escritor extraordinario, uno de los mejores de su generación. Creo que este texto suyo, un fragmento de “Digresiones sobre el oficio de escribir”, es de obligada lectura para cualquiera que de alguna manera forme parte del proceloso mundo de los libros.

Podría nombrar a otros maravillosos autores que admiro y que escriben mejor que la mayoría de "Best Sellers", residentes en Murcia, Granada, Almería, Bilbao, Madrid, Córdoba, Zaragoza… Incluso en mi propia provincia, Ciudad Real.

Pero quién se atreve a decir nombres y en qué orden… y qué pasaría si se me olvida mencionar alguno de ellos… A ver si va a ser cierta esa enfermiza vanidad del escritor, que de forma tan diestra describe Tocornal, y al final alguien se disgusta conmigo.

También son muy jugosos la mayoría de los 113 comentarios que se han agolpado bajo su publicación (cuando vayas a leerlos posiblemente haya más). Autores que ni siquiera saben con certeza cuántos ejemplares de su libro se imprimieron en su día, que observan la misma transparencia en la evolución de las ventas de su libro que la que ofrece un adoquín, que ganan un euro o dos por ejemplar aparentemente vendido —lo que le quieran contar— (un 10% del precio del libro) y “eso si alguna vez te pagan”.

Y luego están esos que incluso pagan a una editorial para publicar su obra (que finalmente ve la luz con errores ortográficos y de redacción típicos de un alumno de la ESO), u ofrecen su trabajo a medios de comunicación de forma “altruista”, pervirtiendo y menospreciando así su supuesto talento, sus textos y, ya de paso, el de los demás escritores.

¿Por qué a nadie le extraña que un técnico de informática, por ejemplo, cobre su hora de trabajo a esa misma empresa y, sin embargo, el escritor que ha dedicado tres horas a su relato breve o a su artículo se tenga que conformar con una frase laudatoria? ¿Será por vanidad?...

En fin, todo un mundillo que vive de y en torno a alguien que escribe. Éste lo hará mejor o peor, pero lo que queda claro es que el que escribe, el triste protagonista de esta “afición” se lleva a su casa entre poco y nada de los beneficios que genera. ¡Tendrá que ser así!, que decía mi padre.

Antonio Carmona