Por Eduardo Egido Sánchez
Un problema cada vez más acuciante que sufre el planeta Tierra es la escasez de agua. Es una de las inquietantes consecuencias del cambio climático, que provoca pertinaces sequías en amplios territorios de los asentamientos humanos. Actualmente se acepta que la guerra del agua ganará peso en las décadas inmediatas y provocará movimientos poblacionales de creciente envergadura y desenlace imprevisible.
Nuestra ciudad no es una excepción al fenómeno de la escasez hídrica y prueba de ello es la alegría que sentimos sus vecinos cuando las lluvias incrementan la cantidad de agua embalsada en el pantano del Montoro. Nos sentimos aliviados al saber que los abastecimientos de la población y la industria se garantizan para algunos años.
La preocupación de Puertollano por el agua comienza a manifestarse cuando la población se multiplica tras el descubrimiento del carbón en 1873. A partir de entonces, el incremento poblacional no deja de escalar hasta 1964, en que alcanza el cénit con cerca de 58.000 habitantes. Por ello, sorprende que el agua del pantano no se utilice para la población hasta 1960, cuando ya llevaba una década surtiendo al Complejo Industrial.
A mediados del siglo XIX, el vecindario se surtía de dos manantiales, la Fuente de la Santa, situada en las proximidades del cerro de Santa Ana, y otro situado en la parte este del casco urbano, además de la singular Fuente Agria, de la que existen referencias en las Relaciones Topográficas de Felipe II en 1575. A comienzos del siglo XX se construye la Fuente de los Cinco Caños, que al principio sólo cuenta con dos, con objeto de aumentar los puntos de suministro. Le siguen en las siguientes décadas numerosas fuentes diseminadas por la ciudad en las que el agua se vendía por medio de cupones y provocaba largas colas para llenar los recipientes, en particular los tradicionales cántaros.
Por su parte, las obras del pantano del Montoro las inicia la Empresa Nacional Calvo Sotelo en 1948 (el mismo año en que construye el depósito de agua situado al norte de El Poblado) en el paraje de la Cerrada del Alisillo, en el término municipal de Mestanza, finalizando dos años después. Se trata de una presa- vertedero de gravedad, de 36,60 metros de altura, con una capacidad de 29,2 hectómetros cúbicos. Hay una fotografía datada en 1951 donde se puede ver el agua del pantano rebosando por sus cuatro aliviaderos. En mayo de 1952, con motivo de la inauguración del Complejo, Francisco Franco visita la presa del Montoro descubriendo una placa conmemorativa.
La construcción de la Refinería aumenta el consumo de agua y hace necesario en 1965 recrecer la presa del Alisillo hasta los 37 Hm3. El año anterior se inicia la construcción de dos presas más pequeñas, aguas arriba de la Cerrada del Alisillo, para mantener limpio el vaso del embalse principal, una en el río Tablillas, que recibe el nombre de Presa de Cruces, y otra más al sur sobre el río Montoro, que recibe el nombre de Presa del Mesto. Finalizan las obras en 1965. Así se mantuvo el pantano del Montoro hasta 43 años más tarde.
Este incremento se mostró insuficiente en el angustioso periodo de sequía de 1993-95, cuando se puso en riesgo la producción del Complejo Petroquímico y el suministro a la población y obligó a trasvasar agua desde el pantano del Jándula, situado a 60 kilómetros, en medio de una encendida polémica por su discutible salubridad, ya que los vertidos del propio Complejo van a parar a este pantano.
El último capítulo del embalse del Montoro culmina con la construcción en 2008 de una nueva presa, 150 metros aguas abajo de la anterior, también de gravedad, que le proporciona una superficie de 340 hectáreas y una capacidad de 105 hectómetros cúbicos. La entidad gestora continúa siendo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y abastece de agua tanto al Complejo Industrial como a las poblaciones de Puertollano, Almodóvar del Campo, Mestanza, Hinojosas de Calatrava y Cabezarrubias del Puerto. Desde entonces, la presa ha rebosado en varias ocasiones, las últimas en 2014 y 2018.
No obstante, una pluviometría decreciente -que ha pasado de 496,7 litros por metro cuadrado en 2009 a 47,6 en 2022- da lugar a una inquietud creciente. Así, en febrero del año actual el agua embalsada apenas alcanzaba los 20 hm3. y encendió las alarmas hasta el punto de que Repsol se ocupó en poner operativa la conducción de agua desde el pantano del Jándula hasta sus instalaciones, con una inversión de un millón de euros, reservando el agua del Montoro para abastecimiento de boca.
Hay que tomar en consideración que el embalse del Jándula, situado en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, construido entre 1927 y 1930 y también gestionado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, posee una capacidad de 325 hm3. que triplica la del Montoro. De ahí que la aspiración del Ayuntamiento de Puertollano sea destinar el agua del Montoro para la población y utilizar la del Jándula para el Complejo Industrial. La actual Comunidad de Usuarios del Montoro ha recogido el testigo de esta reivindicación y ahora se procede a constituir su Junta Directiva, con el triple objetivo de ajustar los costes de inversión y mantenimiento derivados del Ciclo Integral del Agua para distribuirlos entre los ayuntamientos integrantes, adoptar medidas para aprovechar eficientemente el agua, y solicitar a la Confederación del Guadalquivir que acceda a la mencionada diversificación de ambos embalses.
Avalan esta medida dos hechos objetivos. El primero es que el consumo de agua del Complejo Petroquímico en 2023 ascendió a 12 hm3. mientras el de la población fue de 4,6 hm3. El agua embalsada en el pantano del Montoro, después de las últimas y providenciales lluvias, a fecha de 8 de abril, es 77,50 hm3. lo que garantizaría casi 17 años de suministro para la población y sólo 4 años y medio si se incluye el consumo industrial. El segundo hecho constata que en 1964, cuando se decide la primera recrecida del embalse del Montoro, la población de la ciudad era de 57.964 habitantes mientras que en 2023 fue de 45.127, al tiempo que el consumo de agua del Complejo era superior entonces al actual porque la tecnología existente reciclaba menos agua. Si a pesar de que ahora con menor población y menor consumo industrial el agua resulta cada vez más escasa, se deduce que la pluviometría, como ya se indicó, se está reduciendo de forma dramática. Por lo tanto, se evidencia el recurso a la lógica para minimizar el drama.