¡Aleluya!

Por Antonio Carmona

Febrerillos locos, como el que nos ha tocado, reafirman la idea de que la Naturaleza no tiene un plan. En el caso de que lo tenga, su trama se nos ha debido escurrir entre las manos. La Naturaleza no tiene método, ni patrón, ni perrito que le ladre, por mucho que intentemos encorsetarlo con tablas, diagramas y porcentajes en sempiterno incumplimiento. Hace y viene haciendo lo que le viene en gana.

Este febrero se ha paseado desbocado por estos pagos, precipitado y desmelenado en efervescencia desbordante. Ahora, bien puede quien quiera, dar gracias al dios que prefiera, al chamán que mejor le cuadre, al santo de su localidad. ¡Cuántas veces habremos tomado por “milagro” lo que no era sino inopinado azar!