Sergio

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Son las 17:38 del Viernes, 6 de Diciembre del 2024.
Sergio
Acabas de llegar y a toda la familia nos ha brincado tu imagen de móvil en móvil. ¡Ya verás! Este mundo es ahora así de peculiar y apresurado. Acabas de llegar a una tierra que propende al cultivo intensivo de la monocultura y la autosatisfacción atropellada. Te ha dado la bienvenida una primavera tan prematura como árida, con pocas esperanzas de aguas venideras. Que sepas que éste va a ser tu mundo. Me gustaría poder ofrecerte otro, pero es lo que hay. En cualquier caso, tú mismo irás descubriendo cómo tu bienestar depende más de ti mismo y las personas de las que decidas rodearte que de cualquier otra vicisitud, por muy prometedora que en principio parezca.
No puedo evitar preguntarme cuál es la causa de tu vida, la causa de que tú seas precisamente tú, Sergio, y no otro. Las causas y circunstancias de la muerte suele ser un asunto muy serio por estos lares, hasta el punto de que pueden llegar a determinar incluso el tipo de duelo, es decir, cuánto dolor estamos dispuestos a exigirnos y a soportar por una pérdida. Sobre esos menesteres la naturaleza nos acaba de impartir a todos un cursillo acelerado. No temas nunca a la muerte. No temas a la vida. No se puede vivir con miedo.
Pero tú representas precisamente las coordenadas geográficas situadas en las antípodas del duelo y el dolor. Tú encarnas la celebración de la vida. Entonces, ¿cuál es la definitiva causa de la vida? ¿A qué se debe la dicha de que seas tú, justamente tú entre millones, entre una infinidad de posibilidades? Ya tendrás tiempo de preguntártelo a ti mismo. Y si llegaras a algún razonamiento que te complazca, espero que algún día encuentres tiempo y paciencia para explicárselo a tu abuelo.