El caminillo

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Son las 10:22 del Viernes, 26 de Abril del 2024.
El caminillo
Muchos jóvenes conocen El Caminillo porque no hace muchos años celebraban allí un botellón que congregaba a multitud de participantes. Para acceder a su emplazamiento se toma la acera de los pares del Paseo de san Gregorio en dirección a la Virgen de Gracia y, justo antes del puente del AVE, se sigue la desviación que sale a la derecha. 
 
El Caminillo avanza sobre el antiguo trazado del “trenillo de la Calzada”, que recorría el itinerario Puertollano-Valdepeñas, con una longitud de 76 kilómetros y cuyo ancho de vía era de 0,75 metros, el más estrecho de todos los trazados ferroviarios. El tren se mantuvo en funcionamiento entre Puertollano y Calzada de Calatrava desde 1903 hasta el 1 de septiembre de 1963, mientras que el tramo Calzada-Valdepeñas se inauguró en 1893. Actualmente, al comienzo del camino se encuentra un aparcamiento de vehículos que durante el curso escolar está abarrotado, supuestamente por el profesorado de los centros educativos próximos. La mejora y ampliación de su infraestructura sería una actuación muy recomendable. Cuando el tren estaba en funcionamiento, un centenar de metros más adelante del actual aparcamiento, se hallaba una plataforma giratoria circular utilizada para cambiar el sentido de la marcha de las máquinas del tren. Esta plataforma nos venía de perilla a los niños de la época para hacerla girar como si fuera un tiovivo y una vez en movimiento subirnos a ella.
 
El tramo más transitado del Caminillo se extiende entre el citado aparcamiento y el descansadero existente al comienzo de la urbanización “Los encinares” de Argamasilla de Calatrava, con una longitud de 4 kilómetros. A partir de ese punto se pueden seguir varias opciones. Lo utilizan mayoritariamente caminantes y ciclistas y, en menor medida, paseantes de perros y corredores, todos ellos beneficiarios bien avenidos. Es raro cruzarse con vehículos a motor y los que circulan lo hacen a baja velocidad en atención al resto de usuarios.
 
Quizá pocos han caído en la cuenta de que en este camino coinciden cuatro rutas distintas: la Ruta de Don Quijote, que a su vez fue declarada Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa; la Gran Ruta de la Diputación Provincial( GR 169) que conduce desde Puertollano hasta el Embalse de la Vega del Jabalón, y la vía pecuaria de la Cañada Real Soriana, que con un ancho de 75 metros muestra sus mojones una vez que hemos atravesado el túnel de una treintena de metros de largo existente bajo la carretera de Argamasilla, en la llamada rotonda de los olivos. Así pues, se trata de un trazado que las administraciones local, provincial y regional tienen el compromiso de salvaguardar como elemento patrimonial de todas ellas. 
 
En este sentido de preservar y mejorar su trazado, es necesario actuar sobre el firme de tierra de todo el recorrido, ya que presenta hundimientos que se encharcan o enlodan con las primeras lluvias. También resulta incómodo avanzar sobre tramos pedregosos que dificultan la marcha. El Ayuntamiento de Argamasilla mejoró hace unos años el trazado más próximo a su término municipal y ahora sería aconsejable un acuerdo con el Ayuntamiento de Puertollano para completar el recorrido total. De forma paralela a esta actuación, también es necesario realizar una limpieza de las márgenes del camino, donde se acumula una creciente suciedad, y eliminar algunos puntos de desechos de mobiliario, material de obra y ruedas de vehículos. El entorno de naturaleza que rodea al camino merece ser preservado para que podamos disfrutarlo al tiempo que caminamos, corremos o pedaleamos.
 
Según se avanza desde Puertollano, la marcha invita a observar los cambios que se producen en los parajes del contorno. El primer tramo discurre por la ladera del cerro de santa Ana, en un terreno descendente desde la “Chimenea Cuadrá”, a la derecha, hasta la carretera de Argamasilla, a la izquierda. En los años sesenta del pasado siglo, en la margen izquierda de la línea ferroviaria se ubicó un lavadero público de ropa aprovechando un manantial de agua. Ahora, al comienzo, atravesamos un pequeño pinar que trepa por la ladera del cerro y poco después entramos en una zona de trincheras propia de las explanaciones de vías ferroviarias, que pronto desaparece para mostrarnos hacia el Este los farallones del cerro de santa Ana, el Puente Natural casi en la línea del horizonte, y la Pedriza del Abanico cercenada por un cortafuegos; por el Oeste, la vista se recrea sobre la barriada de las 630, los estadios deportivos, el charcón de los patos y las superficies comerciales. Nos rodea una vegetación en la que predominan los olivos y, en menor medida, agrupaciones de chaparros belloteros y matorrales dispersos.
 
A punto de alcanzar la carretera de Argamasilla, torcemos a la izquierda para abandonar el trazado ferroviario y descender hasta el túnel bajo la rotonda de la carretera. Tras cruzarlo, el paisaje cambia haciéndose más llano, a la vez que el camino gana en anchura. Enseguida distinguimos los mojones grabados con las siglas VP de “Vía Pecuaria” perteneciente a la Cañada Real Soriana, que nos acompañarán hasta el descansadero de la Ruta de Don Quijote. Antes de llegar a él, pasamos frente a la Finca El Hondillo para acometer el último tramo. Los olivares se mantienen a la derecha del camino mientras que en ambas márgenes se suceden arbustos florales que alternan los colores blanco y rojo. Cruzamos ante el Punto Limpio y ya divisamos el descansadero en el que podemos reponer fuerzas. Desde principio a fin de la ruta, el trino de las aves nos ha acompañado en todo momento, añadiendo atractivo al recorrido. Son numerosos los usuarios que continúan la marcha hacia diversos destinos, incluido el que conduce a enlazar de nuevo con el trazado de la antigua vía ferroviaria del “trenillo”, que el Ayuntamiento de la población vecina está en pleno proceso de recuperación. 
 
Posdata: En varios artículos publicados en esta sección he propuesto que se lleven a cabo diversas actuaciones en espacios de nuestro entorno. Hasta la fecha con escaso resultado. No obstante, de nuevo insisto en reivindicar la mejora de aquellos lugares que disfrutamos todos y favorecen la imagen de la ciudad. Al menos, queda dicho.
  
Eduardo Egido Sánchez