ACUSE DE RECIBO
Se considera una regla de cortesía confirmar a la persona o entidad que nos ha comunicado o resuelto alguna cuestión, que hemos recibido la notificación o dado por buena la resolución.Una fórmula tradicional de acuse de recibo epistolar solía redactarse de este tenor: “Acuso recibo de la suya atentísima del 12 del corriente en la que…”
Pues bien, quiero acusar recibo de una actuación municipal. El 22 de marzo elegí para realizar mi habitual caminata el sendero que recorre el perímetro del Terri. Ya de regreso, a la altura del número 28 de la calle Apartadero de Calatrava, me crucé con un hombre que caminaba con su perro. Me dio los buenos días y me advirtió que anduviera con ojo porque justo en ese lugar había sufrido él una caída que le produjo una abundante hemorragia nasal y diversos hematomas en la cara que le obligaron a acudir al servicio hospitalario de urgencias. La caída, me explicó, fue provocada por un tornillo que había quedado de un antiguo pivote desaparecido y que sobresalía un par de centímetros del suelo. Continuó relatando que poco después de su percance, una mujer también estuvo a punto de “darse un porrazo”.
Le pregunté si lo había puesto en conocimiento de los servicios municipales y me contestó que lo había comentado a unos barrenderos que encontró por la zona pero que el tornillo seguía allí. Le indiqué que el procedimiento adecuado era solicitar en la Casa de Baños (Oficina de Atención al Ciudadano) la retirada del tornillo o la reposición del pivote y le prometí que me encargaría de ello. Efectué la reclamación el mismo día y en el recibo que me entregaron para dejar constancia de la gestión observé que figuraba la frase “Prioridad baja”. Así que supuse que la actuación municipal, si se llevaba a efecto, iba para largo.
Los días siguientes me dio la manía de fijarme en los numerosos obstáculos susceptibles de provocar caídas accidentales que presentan los lugares de tránsito urbano y que resultan comunes en cualquier ciudad. Me dije que quizá la reclamación era un poco exagerada. Una semana y pico más tarde recordé el asunto cuando transitaba por la zona del percance y comprobé que no quedaba rastro del dichoso tornillo. Me forcé a mirar varias veces como quien se frota los ojos un tanto incrédulo. Así era: ni rastro del tornillo. Acuso recibo.
BANDERAS
El viandante que llega al Hospital Santa Bárbara –es preferible llegar a pie que en ambulancia- y levanta la vista frente a su fachada observará, si es detallista, que tres banderas cuelgan de sus mástiles ondeando airosas y flamantes. Además –esto ya exige nociones de protocolo banderil- están correctamente colocadas: según la posición de las banderas (al revés si se las mira de frente) la de España queda en el centro, a su derecha la de Castilla-La Mancha, y a su izquierda la de la Unión Europea. Y alguien podrá preguntar que dónde está la gracia del asunto. Pues la gracia está en que esta imagen es una honrosa excepción de la que ofrecen la mayoría de los edificios públicos de nuestra ciudad. Peccata minuta, quizá opine el que buscaba la gracia.
El caso es que si nos fijamos en las fachadas de los edificios públicos de la ciudad, en particular de los centros educativos –resulta obligado y doloroso señalarlo- es moneda de uso corriente que las banderas cuelguen como guiñapos. Se ven, según la muletilla de moda, no sucias sino lo siguiente, deshilachadas, enrolladas alrededor de los mástiles y, en general, con un aspecto deplorable. Por otro lado, es frecuente que tanto si son dos como tres las banderas del edificio, estén colocadas de manera incorrecta (si son dos, la de España debe estar a la derecha y la de Castilla-La Mancha a la izquierda; si también figura la de la UE, ya se ha indicado la colocación adecuada).
Confío en que se comparta la opinión de que no es especialmente complicado ni gravoso evitar este desastre. Seguramente, es más bien una cuestión de estar atento a los detalles, de sentido estético y respeto institucional. Cabe la posibilidad de que los responsables de los edificios en los que la imagen de las banderas deja que desear lo hayan puesto de manifiesto a quienes están obligados a aportar recursos para solventar la cuestión y no hayan obtenido la respuesta adecuada. Quizá, en este caso, lo mejor es retirar las banderas hasta que puedan ondear de manera digna. Para mala salud, ninguna.
LIMPIEZA
Dime que me quieres. Este es el reclamo que utiliza el Ayuntamiento de nuestra ciudad para intentar conseguir que la limpieza urbana brille por su presencia, que las calles, plazas y espacios verdes se liberen de todo aquello que afea su aspecto. A comienzos de los años ochenta del siglo pasado una canción del grupo Tequila con idéntico título alcanzó un gran éxito, y treinta años más tarde una novela de corte juvenil del italiano Federico Moccia titulada “Esta noche dime que me quieres” también obtuvo una favorable acogida. En cambio, el “dime que me quieres” municipal parece encontrar más reticencias para obtener respuesta. Parece que el municipio no nos hace suficiente tilín. En otras palabras, lamentablemente Puertollano está lejos de poder ser considerada una ciudad limpia.
El Ayuntamiento es consciente de ello y busca fórmulas para reclamar la complicidad de la ciudadanía: en paneles callejeros y en los patios de centros docentes figuran carteles de gran formato con ese lema –y el subtítulo “La ciudad que quieres es posible contigo”- animando a escolares y vecinos a cooperar en un objetivo que empieza a antojarse titánico, arduo de conseguir. Evidentemente, lograr una ciudad limpia es tarea de todos, de la administración local y de la ciudadanía, que se reparten la responsabilidad pongamos que al cincuenta por ciento. Una de estas dos partes sin la cooperación de la otra tiene asegurado el fracaso.
Algunas iniciativas populares están tomando cartas en el asunto. La última tuvo lugar cuando un grupo de cuatro chicas y dos chicos se mostraban en una foto exhibiendo bíceps tras un buen número de bolsas gigantes de basura que habían recogido de diversos espacios verdes de la ciudad. Realizaban un llamamiento público a secundar su postura con el lema ¡Únete al reto! convocando a los voluntarios para el domingo 24 de marzo en la Mina La Manchega. Sin duda, una loable iniciativa que merece todo el apoyo.
Por su parte, consideramos que el Ayuntamiento debe ir más allá de reclamar colaboración a través de campañas difusoras. Debe tomar medidas para que no se incumplan impunemente las ordenanzas municipales al respecto, vigilando aquellos espacios que son un foco manifiesto de suciedad y emprendiendo otras iniciativas como, por ejemplo, dotar de ceniceros las papeleras de las vías públicas. Hay que facilitar la cooperación ciudadana para que no quepa excusa y a continuación ser estricto en la aplicación de las normas. Dura lex, sed lex.