Seis amigos. Compañeros de colegio, mejor dicho. De familia obrera con pretensiones de clase media y saloncito muy mono. En la foto, parecen felices. Al menos sonríen. Solo conozco la historia de uno de los seis y, como cualquier otra historia, la suya está hecha de girones y retazos inventados la mayoría de ellos, adaptados, recosidos para que su vida parezca verídica, para que resulte plausible. En aquel patio del colegio aprendieron estos seis alumnos y muchos más a defenderse, a mentir lo justo y necesario para sobrevivir, a decir “picardías” con cierta naturalidad. Parecen felices en la foto y cabe la posibilidad de que en realidad lo fueran. Inconscientes como eran, desconocedores de lo que se les venía encima: seis vidas.