A Loli

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Son las 13:25 del Jueves, 9 de Mayo del 2024.
A Loli
Al salir esta mañana del ascensor, he sido testigo de una escena singular que se presentaba ante mis ojos en el portal. Mi vecina Loli, bailaba agarrada a su cuidadora una canción que esta le cantaba. Una imagen llena de ternura y emoción para empezar el día. 
 
Loli vive en mi bloque desde que yo habito en este edificio. Ha sido una mujer alegre, activa, trabajadora y muy familiar. 
 
A lo largo de las distintas etapas de su vida la he visto siempre bien arreglada, con su pelo de peluquería, impecable,  con su sonrisa en la cara, cuando nos cruzábamos y ella iba o venía de trabajar en su negocio. 
 
He podido observar cómo atendía a su familia: marido, hijos, nietos. Con sus bolsas de compra, su carrito y las mil y una actividades que se realizan en el entorno de un hogar. 
 
Alguna vez me ha invitado a pasar a su casa para contemplar sus cuadros, ya que su mayor afición era ir a clase de pintura y pintar. 
 
Recuerdo, como si fuera hoy, el cariño con el que cuidaba y trataba a su madre, que padeció en sus últimos años una de esas enfermedades que nos dejan sin ser personas y que tuvo viviendo en su casa, yo creo que hasta que falleció. 
 
Por desgracia, la vida se ceba con las personas y nuestra Loli, hoy padece una de esas enfermedades que solo nombrarla ya nos asusta: 
 
Alzheimer, tipo de demencia que causa problemas con la memoria, en el pensamiento y en el comportamiento. 
 
Deterioro Cognitivo leve o grave, otra afección que hace que se tengan más problemas de memoria o alteraciones en el pensamiento que lo normal para  alguien de su edad. 
 
Parkinson, afección cerebral que causa trastornos del movimiento, mentales, del sueño y otros. 
 
La imagen de esta mañana mientras mi vecina esperaba el transporte para el Centro de Día, me ha hecho reflexionar profundamente. 
 
Cualquiera de nosotros/as podemos tener en nuestro camino hacia el futuro, alguno de estos nombres y no se a ustedes, las personas que ocupan un poco de su tiempo en leerme, pero en mi caso, es lo que más temo del futuro, mucho más que a la muerte. 
 
Dejar de ser, no saber expresarte, perder los recuerdos, depender totalmente de otros, pero estar vivo, parece duro. Mucha gente piensa que la suerte es que los enfermos/as no se dan cuenta de lo que les pasa. Sería tranquilizador si fuera así, pero no podemos estar seguros. Quizás nos consolamos a nosotros mismos con esa idea para no angustiarnos. 
 
Recuerdo una frase que Loli le dijo a mi amiga Marili un día que se la encontró por la calle y le preguntó como estaba: “No estoy”, contestó. Una respuesta demasiado profunda para alguien que no se da cuenta de lo que pasa. 
 
Ni profesionales, ni familiares estamos dentro de sus cabezas para saber qué sienten, pero debemos empatizar con ellos y darles los cuidados y el cariño que necesitan. 
 
Mención aparte merecen las familias que conviven con cada uno de estos graves problemas cada mañana y con las mil dificultades que aparecen: arreglar papeles, encontrar ayuda para su atención diaria; estar pendientes de lo que les pasa, interpretar lo que necesitan y por no entrar en el gasto económico que para cualquier familia supone tener atendido  a su ser querido. 
 
Es cierto que vivimos más, incluso podemos decir que vivimos mejor, pero también es más frecuente en el caminar diario encontrarnos con personas que tienen estos problemas en su casa: un marido o mujer que tiene que ocuparse de su pareja; unos hijos que atienden a uno de sus progenitores con estos estados. 
 
Caminando por nuestras calles, vemos a estas personas con su mirada perdida y la necesidad de alguien que esté cerca, para que no se pierdan, de recibir ese cariño que tanto les ayuda a enfrentar cada amanecer. 
 
Hoy,  querída Loli, me has alegrado el día, porque con tu sonrisa y esos ojos que me miran, pero que yo sé que no me reconocen, te has reído, en medio de tu baile y me has dicho, alto y claro ¡Hola vecina! Y yo he pensado en lo poco que disfrutamos la vida los que supuestamente estamos bien, sin darnos cuenta de lo difícil que puede ser vivir dependiendo de los demás y por ello,  aunque tu no lo sepas, me has dado una lección de vida.