El Maestro de Yoga

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El Maestro de Yoga

 

Por Juan Felipe Molina

 

Harold Sequeira, maestro de Yoga Clásico, nació en 1937 en India. Fue discípulo del legendario yogui Shri Yogendraji, reconocido como el padre del renacimiento del Yoga moderno y fundador en 1918 de The Yoga Institute,el centro de Yoga más antiguo del mundo y uno de los más prestigiosos.

Licenciado en Derecho, Economía y Arte, Harold Sequeira ha dedicado su vida al estudio, la enseñanza y la difusión de la ciencia milenaria del Yoga. Durante 50 años viajó por el mundo enseñado Yoga en países de Oriente Medio, África, Norteamérica, Asia y Europa. Desde hace más de dos años nos acompaña cada semana con su sección “Yoga y Salud” de La Voz de Puertollano, donde comparte su sabiduría y su experiencia con sus lectores de España, país con el que Harold Sequeira guarda un vínculo muy especial y cuya cultura admira. Hoy recuperamos las declaraciones que concedió al periodista G. McHarg para un periódico indio. Se trata del testimonio, en primera persona, de un genuino y admirado maestro de Yoga.

"En septiembre de 1966 llegué por vez primera al Instituto de Yoga, en el barrio de Santa Cruz, en Bombay. Había leído el anuncio de un curso llamado ‘Yoga para vivir mejor’ que suscitó mi interés. Yo sabía muy poco sobre esta disciplina, pero a medida que profundizaba en su estudio fui desarrollando un gran entusiasmo hacia ella. Todo lo que aprendía me satisfacía plenamente, tanto que al cabo de unos meses me sentí plenamente comprometido con el Yoga. Tras finalizar el curso en el que me había inscrito, que duraba 21 días, comencé el curso de formación de siete meses para convertirme en profesor. Mi compromiso e implicación no pararon de crecer, hasta el punto de sentir que había estado esperando toda mi vida a que algo así sucediera.

Cuando mi maestro me encomendó la misión de enseñar Yoga, en 1967, me marché de India con destino a Canadá. No existía un plan preconcebido de enseñanza, pero todo fue aconteciendo para bien. Comencé enseñando a algunos amigos y allegados, más tarde empecé a enseñar en el parque donde yo mismo practicaba, poco a poco se fue uniendo más y más gente, y entonces me di cuenta de que, en efecto, me había convertido en  profesor de Yoga. Desde Canadá viajé a muchos otros países, incluyendo Líbano, Arabia Saudí, Siria, Jordania, Grecia, Japón, China y España, donde abrí centros de Yoga y formé a profesores para que continuaran la labor de enseñanza.

En España emprendí mi camino como profesor de Yoga de una manera sencilla. Mi experiencia me llevó más adelante a enseñar en escuelas, universidades, conventos, cárceles, centros de investigación, y también a grupos especializados por todo el país. Con la ayuda de veinte sadhakas e instructores, el Yoga penetró en amplios sectores de la sociedad española, gracias también a su difusión mediante la televisión, la radio y los periódicos. De modo que tuve la percepción de que el Yoga Clásico se había mostrado ampliamente a la sociedad española.

En cuanto a mi enorme interés por los ‘Yoga Sutra’ de Patanjali, diré que esta obra siempre ha sido considerada por The Yoga Institute como el pilar fundamental del Yoga. Yo mismo resumí en su momento un estudio sobre los sutras que varios autores norteamericanos habían elaborado a partir de las charlas del doctor Jayadeva Yogendra. Más tarde estudié la etimología de los sutras y escribí un comentario en inglés referido a los bien conocidos análisis de Aranya, Rohit Mehta, Taimni, Vyasa, Vachasapathi Mishra, Vijnanabhiks y Vivekananda, entre otros. Esta obra se tradujo posteriormente al español. Después vendrían más trabajos al respecto, incluyendo una traducción etimológica y comentada de los sutras del sánscrito al inglés, que también se tradujo al español.

¿Cómo pueden encajar los ‘Yoga Sutra’ de Patanjali en una cultura y una tradición cristiana como la española? Recuerdo a un sadhaka español que me dijo: “España compartió su espiritualidad con la India desde el siglo XV gracias a las enseñanzas de San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz”. Sin embargo, durante el último tramo del siglo pasado, la espiritualidad e incluso la religión en España fueron declinando, produciéndose una pérdida de la fe. De modo que se suscitó el sentimiento de que, en cierta forma, a través del Yoga se estaba regresando a las propias raíces espirituales del país. El Yoga que enseñamos en los diversos centros españoles se presentaba como un modo de vida y, como tal, no confronta con las creencias de nadie. No es un culto y la gente es consciente, gracias a su propia experiencia personal con la práctica del Yoga, de que no existe conflicto alguno entre los ‘Yoga Sutra’ y sus propias tradiciones.

Después de mis viajes y estancias en el extranjero, siempre regresaba a The Yoga Institute. Lo hacía por varias razones. En primer lugar, tal como un niño vuelve a su madre en busca de sustento, cariño y un mayor conocimiento, así uno vuelve hasta su maestro. En segundo lugar, para aprovechar las posibilidades de formación y las magníficas instalaciones que brinda The Yoga Institute, al tiempo que servía a mi maestro. En tercer lugar, porque mi familia está en India y regresar al país me permitía mantener el contacto con ella y con mis orígenes. Pues India es el manantial que sacia la sed de mi alma.                                                 

Durante años he dirigido programas y cursos de control del estrés, en la India y en otros países. Si bien las causas del estrés son diversas, siempre trabajamos dentro de un marco de actuación en el que, primero, intentamos establecer los motivos desencadenantes, mediante el coloquio y la reflexión en grupos de debate. Después elaboramos las soluciones más adecuadas para cada caso, que incluyen diversas técnicas de relajación y el fomento de un estilo de vida saludable. Nos involucramos en el asesoramiento y la orientación, ayudándonos para ello de ejercicios específicos y técnicas de respiración, sin perder nunca de vista que estamos tratando con seres humanos que, seguramente, arrastran cargas más pesadas que las nuestras.

Cuando impartía clases en mi centro de Yoga de Beirut, en el Líbano, en plena contienda civil, me hallaba en el mismo corazón de una zona de guerra ¿Cómo afrontaba la situación? Mi madre me había enseñado (y con frecuencia me lo recordaba) que tuviese siempre una fe absoluta en Dios. La conciencia plena y constante sobre mi fe y la comprensión de que yo no tenía ningún karma en aquella guerra me hacían sentirme protegido. Mientras la guerra desataba toda su furia en torno a mi centro de Yoga, yo seguía con mis prácticas, nunca me apartaba de mis lecturas espirituales y realizaba Dhyana y Pranayama durante largos periodos. Tampoco descuidaba algo tan importante como mantener el buen humor: escuchaba al cómico británico Peter Sellers en el programa radiofónico ‘The Goon Show’ que emitía la BBC; creo que el sentido del humor es necesario para todos los seres humanos, sin importar cual sea su estilo de vida, y aunque no es esta la característica esencial en un profesor de Yoga, ciertamente puede ayudar en momentos difíciles. Y así pude resistir durante seis meses. Hubo momentos complicados, incluso espantosos, pero gracias a mis prácticas de Yoga y a mi fuerte fe en Dios siempre fui capaz de recuperar el equilibrio.

En cuanto a mis habilidades como fotógrafo, retratista y escritor, confieso que la fotografía me interesa desde siempre, y que mis viajes y destinos internacionales aumentaron mi dominio de la técnica fotográfica. Respecto a la pintura, uno de mis alumnos españoles fue Fernando Calderón, gran retratista y reconocido internacionalmente como insigne pintor mural; fue él quien se interesó por mis limitadas habilidades pictóricas, y gracias a su paciencia y a mi perseverancia, mi técnica mejoró. En cuanto a mi faceta de escritor, mis textos han sido siempre alentados y bienvenidos en The Yoga Institute, donde han aparecido en sus publicaciones y en su revista mensual.

¿Cuál es mi consejo para quienes aspiran a ser profesores de Yoga? Lo resumiré en cinco conceptos: entrega, dedicación, entusiasmo, espíritu de servicio y fe en Dios. Cualquiera de nosotros puede aprender, gracias a las prácticas de Yoga, a vivir una vida plena y útil. Y mediante nuestro buen ejemplo, podremos llegar a inculcar esta misma visión en quienes nos rodean.”

Traducción y edición: Juan Felipe Molina

Fotografía: Harold Sequeira en la actualidad, en The Yoga Institute de Bombay, India.

Juan Felipe Molina Fernández