Son casi las 3 de la noche. La luz de la luna arroja un tenue resplandor sobre dos hombres que caminan hacia el mandir (el templo hinduista) en el pueblo de Malsar, en la provincia india de Gujarat, a orillas del divino río Narmada. El mayor de los dos hombres, el venerable yogui místico Paramahamsa Madhavdasji, que en aquel entonces tiene en torno a 120 años de edad, le pregunta a su nuevo y joven discípulo Manibhai (más tarde conocido como Yogendraji), si desea bajar a la cueva donde les aguarda un encuentro con la divina presencia de Sri Krishna, la cueva donde ocurrirá un trance místico que lo inundará de alegría espiritual, tras la consumación de una experiencia devotamente anhelada.
Maestro y discípulo se adentran en la cueva. Sus paredes son oscuras. Hay un dhuni (chimenea ritual) junto a la que se sientan en postura meditativa. Y a los pocos minutos, de improviso, Paramahamsa Madhavdasji comienza a resplandecer. Ambos hombres sienten la presencia de Sri Krishna, una fuerza que los traspasa y paraliza hasta dejarlos extasiados. Al cabo, Paramahamsa Madhavdasji pregunta a Manibhai si estará dispuesto a repetir la experiencia en el futuro. Entonces, Yogendraji muestra su agradecimiento al gurú y le responde: "Voy a entregar mi vida al servicio de la sociedad, dedicándome a difundir el Yoga. Así pues, no podré permanecer en éxtasis durante largos períodos en darshan, en la visión divina de Sri Krishna".
Paramahamsa Madhavdasji continuará siendo hasta el final de sus días un místico colmado de fervor devocional, mas con todo el espectro del Yoga a su disposición. Manibhai ha alcanzado aquella noche un destello de visión mística, pero dedicará su vida a "difundir las Kriyas del Yoga" a instancias de su gurú, Paramahamsa Madhavdasji. Ambos son las dos caras de una misma moneda: en un lado, el misticismo, y en el otro, la cumbre del Raja Yoga, donde se incrusta la mística, pero a un ritmo más pausado.
¿QUÉ ES EL MISTICISMO?
En su máxima expresión, el misticismo es la búsqueda en cuerpo, mente y alma de Dios, con una entrega total y un fervor que llega a ser como una fiebre ardiente. Así le aconteció a Sri Chaitanya, quien no pudiendo contener su fervor místico, un día que atravesaba un puente sobre un río embravecido saltó en un rapto de éxtasis para alcanzar su Samadhi final. Mientras tanto, el yogui es un individuo templado y ecuánime que no deja traslucir sus emociones y transita laboriosamente por el camino espiritual yóguico, pero sin apartar un ojo experto del horizonte místico. El yogui, en suma, elige no tener un fervor místico descontrolado. Paramahansa Ramakrishna (el gran místico bengalí del siglo XIX) se hubiese golpeado la cabeza contra su murti (la escultura de su devoción) si no hubiese recibido su visión divina, su darshan. Otros místicos tenían un ritmo diferente, como Ramana Maharshi, el gran sabio de Arunachala, un místico extraordinario que puso su alma en órbita hasta ser capaz de percibir los karmas y los samskaras (recuerdos más profundos) de sus devotos con tanta claridad como si los viera en una pantalla. Su retrato honra nuestro hogar y su rostro nos concede alegría espiritual.
CUALIDADES Y EXPERIENCIAS DEL MÍSTICO
Como escribió William James en “Las variedades de la experiencia religiosa”, su obra seminal sobre misticismo, la experiencia del místico es inefable, está más allá de las palabras. Tanto que sólo podrá ser “sentida” por el profano en la materia si éste aplica una mirada sutil, delicada y aguda al tiempo.
LA OBRA DEL MÍSTICO
Al igual que el de su padre Shri Yogendra, el misticismo del Dr. Jayadeva Yogendra residía en su incesante e incansable labor para ayudar a redimir a la humanidad doliente. Él estaba inmerso en el cumplimiento de su deber (Dharma) en toda su plenitud. Era un místico que había transcendido este mundo. Tuvimos la inmensa fortuna de aprender Yoga de él, y también de conocer gracias a sus enseñanzas los diferentes aspectos y dimensiones del misticismo.
EL VUELO DEL ALMA HACIA DIOS
Plotino de Alejandría, el más excelso de los místicos griegos, cuya vida mística tanto se asemeja al Yoga Clásico de Patanjali (especialmente en su fervor por el alma) resume sucintamente y la perfección el misticismo cuando dice: “El misticismo es el vuelo final del alma en solitario hacia Dios”.
Texto y pinturas: Harold Sequeira, Maestro de Yoga
Traducción: Juan Felipe Molina
Nota. Los “Yoga Sutras” de Patanjali ofrecen valiosas explicaciones e indicaciones sobre el proceso místico y su experiencia. Recomendamos la lectura completa de este texto imprescindible del Yoga y, para el asunto que nos ocupa es este artículo, la de los sutras 3.32, 1.3, 1.27-28, 3.1 y siguientes.
Para saber más sobre Paramahamsa Madhavdasji, un verdadero yogui, y su vínculo con Shri Yogendraji:
https://theyogainstitute.org/paramahamsa-madhavdasji-a-true-yogi/