El yoga no es gimnasia
Cuando yo tenía 30 años vivía en Bandra, un suburbio de la populosa ciudad india de Bombay. Trabajaba en una empresa petrolífera y, en mi tiempo libre, asistía con mi amigo Ravi a clases de culturismo en un gimnasio cercano a mi casa.
Un día leí el anuncio de un curso llamado “Yoga Better Living” (Mejorar tu vida con el Yoga) en The Yoga Institute, situado en el cercano barrio de Santacruz. Ni mi amigo ni yo sabíamos por aquel entonces qué era el yoga, pero sentimos curiosidad por este curso, que duraba 21 días, y decidimos inscribirnos.
El primer día de clase, pregunté nada más llegar que dónde estaba el gimnasio. Por respuesta, el director del Instituto, el doctor Jayadeva Yogendra, nos condujo hasta una sala que, para mi asombro, estaba completamente vacía. Perplejo, pregunté por las pesas, las máquinas de musculación, los aparatos y toda la equipación que yo suponía debería haber en un gimnasio, a lo que el doctor me respondió sucintamente: “Tu cuerpo es la equipación”. Tal era entonces mi primera noción errónea sobre el yoga: la del yoga como gimnasia.
El yoga no es una religión
Parte de mis estudios los realicé en el St. Xavier’s College de Calcuta. En aquella ciudad simultaneaba mi formación académica con un curso universitario de pre noviciado, pues tenía la intención de realizar trabajo social en los yacimientos de carbón de la ciudad de Ranchi y convertirme más adelante en sacerdote misionero jesuita. También hacía karma yoga, colaborando en la clínica de la Madre Teresa, donde preparaba y empaquetaba medicamentos para la ingente masa de refugiados procedentes de Bangladesh que huían de las masacres desatadas en su tierra natal. Muchas de aquellas personas unían a sus grandes padecimientos el sufrir enfermedades en ocasiones muy serias. También yo caí gravemente enfermo y, casi a las puertas de la muerte, me enviaron de regreso a Bombay.
En aquel tiempo, existía una idea muy generalizada e incorrecta, que yo mismo compartía, según la cual el yoga es una religión. Pero ya en nuestra primera clase con el maestro Shri Yogendra, venerable fundador de The Yoga Insutute, descubrí que el yoga no es en absoluto una religión. “Porque la religión tiene un sistema de creencias, rituales, dogmas… mientras que el yoga cree en la autoexperimentación y en la autoconfianza, es decir, en la experiencia empírica”, nos dijo el maestro. Y concluyó afirmando: “El yoga es una ciencia experiencial.”
Definición del yoga
“El yoga es a la vez ‘sanatana’ y ‘puratana’. Esto quiere decir que es eterno y antiguo”, añadió Shri Yogendra. Por utilizar un símil textil, diremos que el yoga posee tanto la urdimbre como la trama que conforman los cruces del hilo a lo largo y ancho de la pieza de tela, dándole a ésta continuidad, coherencia y forma. De modo que el yoga constituye un vasto y esplendoroso mosaico, cuya magnífica creación se debe a la prolífica y genial mente india.
Y así el yoga ha protegido a mi querida patria de los enemigos que durante milenios la han acechado. Pues los yoguis son inquebrantablemente fuertes en cuerpo-mente-espíritu, tal como Alejandro Magno comprobó cuando, al mando de sus ejércitos, se adentró hace más de dos mil años en las rocosas y gélidas tierras del norte del Punjab, donde pudo contemplar a los yoguis ejercitando sus prácticas y austeridades. Precisamente esa misma región fue recorrida por mi maestro, el recordado Shri Yogendra, con objeto de redactar sus notas históricas sobre el yoga. Gracias al bagaje documental que acumuló durante décadas, a sus arduos estudios y a su genialidad, el maestro pudo relatarnos innumerables y fascinantes historias sobre las ramificaciones culturales del yoga. Y siempre que se presentaba la ocasión, él nos recordaba que, ciertamente, el yoga es una ciencia.
¿Qué es una ciencia?
Newton, sentado bajo un manzano en una mañana de verano, vio caer una manzana al suelo. En un instante, halló la respuesta a la pregunta de qué es la gravedad, y esta sencilla observación le abrió la percepción de cómo las fuerzas magnéticas operan en el universo. Vio, observó, analizó, formuló una ley, experimentó, llegó a una conclusión, repitió el experimento, ratificó su conclusión y formuló una ley científica.
Los yoguis siguieron un proceso análogo al método científico. Descubrieron que todo el universo se halla, en un marco subjetivo, dentro del propio cuerpo humano y, como Newton, observaron, recopilaron datos, experimentaron, formularon leyes, repitieron el experimento desde todos los ángulos posibles y formularon la ciencia del yoga, que expusieron en los Yoga Sutras de Patanjali.
Mi maestro Shri Yogendra afirmaba que no existe ciencia mayor que el yoga. En efecto, la indagación y el descubrimiento de las facetas conocidas y desconocidas del ser humano no tiene igual en la historia de la humanidad.
El yoga es educación
La educación ha consistido, tradicionalmente, en un proceso consistente en la transmisión de ingentes cantidades de información, datos y contenidos al desdichado estudiante. Por el contrario, el yoga afirma (Yoga Sutra 2.28, jnana diptera) que existe en cada persona una luz que brilla desde el interior, desde su alma. Pero esta luz está cubierta de una suciedad que la oculta y oscurece, tal como la bombilla de una cocina mugrienta. Así pues, limpia la bombilla y la luz brillará. Para ello, el yoga prescribe que hagas uso de toda la variedad de kriyas (limpiezas) que pone a tu disposición y, una vez lograda la purificación, el conocimiento resplandecerá.
En manos de Shri Yogendra, el yoga se convirtió en una educación magistral, con todo el conocimiento y la sabiduría de esta ciencia bellamente explicado, de principio a fin, por él.
Harold Sequeira
Maestro de Yoga. The Yoga Institute, Bombay (India)
Traducción y adaptación: Juan Felipe Molina