Menos mal que aún nos quedan algunos conceptos sólidos. Nos queda alguna piedra angular sobre la que erigir brisas que nos guían: la leña de jara prende columnas aromáticas de hogar y anuncia, allá lejos, estancias de añorada soledad. Esta primavera nieva flores de jara, destila pétalos de rocío.
¿Y el río?... Siempre que lo veo, deseo caminarlo, deseo fluir como los arroyos que desembocan en su lecho, desasirme de todo lo que creía mío y vivir como ese árbol rodeado de río, como esa ardilla de errores previstos, que guarda la semilla en un lugar seguro y luego lo olvida.
Menos mal que aún nos quedan caminos por andar hacia fachadas sostenibles que alojan vida verde, que albergan verde vida, que acomodan tu mirada sobre un arte espontáneo de resquicios en piedra. Menos mal. ¿Pero, quién está soñando todo esto para que nos parezca tan real?