Yo, Castillo, vigilo atento el llano. Aún levanto con orgullo mi silueta de murallas que se desmoronan sin guerra ni batallas. A mis pies, duerme Caracuel. El Campo de Calatrava abarca mi mirada. Ayer, castillo de califas; hoy, castillo de nadie. Ayer, castillo de mampostería; hoy, castillo de naipes.
Yo, Castillo, Patrimonio Nacional del Deterioro, del Hundimiento lento y paulatino en el tiempo. Derrotado por estos atardeceres fríos y desolados de invierno…, barnizado de escarcha, azotado por el viento. ¡Qué solo me siento!