Objetos útiles

Son las 21:02 del Viernes, 26 de Abril del 2024.
Objetos útiles

Observen la fotografía de más abajo.  El objeto metálico que aparece en ella fue creado para contener un líquido y beberlo, necesariamente a chorro. Existen en el mundo otros muchos objetos con idéntica finalidad. Ya sabemos que el uso concreto determina el diseño, de modo que no será igual el diseño de un botijo que, pongamos por caso, el de un bidón de bicicleta, el de una bota de vino o el de una pistola de agua.

A primera vista el objeto de la fotografía podría parecer una lata de conservas a la cual han añadido un caño y un asa. Y quizás no sea más que eso, en realidad. Pero convendrán conmigo en que su diseño es un alarde de sencillez y funcionalidad. Sobre todo si tenemos en cuenta que fue elaborado cuando los ordenadores estaban aun por inventarse. Formas simples, materiales baratos, escaso consumo de energía en la fabricación y durabilidad. Tampoco necesita instrucciones de empleo. Pura tecnología popular.

Para quien no lo sepa diremos que el de la fotografía es un objeto de uso público, como los dispensadores de jabón y los secadores de manos en los aseos de los bares. Seguramente estemos de acuerdo en que un artilugio comunitario debe incorporar ciertas medidas de autoprotección, para disuadir del mal uso. Al receptáculo de la fotografía le proveyó su creador con rebordes dentados, de modo que al usuario insolidario le resultará incómodo beber como no conviene. Una buena dentadura siempre infunde respeto.

¿Han reparado en el asa? Está ubicada para diestros. A menos que un zurdo (si fuese lo bastante obstinado para emplearla) haga un escorzo y se arriesgue a terminar con la pechera mojada. Para quien lo ignore explicaremos que el asa sirve también para colgar el objeto de su soporte, que en la ubicación original es un gancho adosado a un gran pilar central rematado por el busto de un hombre insigne. Esta doble finalidad del asa (no descartemos que tenga más) redunda en el uso comunitario del objeto, pues será útil tanto para pasarlo de mano en mano como para devolverlo a su sitio, a la espera de un nuevo usuario. Compartimos lo que tenemos o lo que nos dejan, si es accesible hacerlo.

Quizá se hayan preguntado por qué el objeto está fuera de contexto. Como esta fotografía no es un posado, ni un anuncio, ni un montaje, sino que es fiel reflejo de una realidad, diremos que el objeto fue comprado hace años a un artesano local, viajó más de un centenar de kilómetros y llegó hasta el hogar donde permanece en la actualidad y donde ha sido fotografiado. Las flores son una aportación de su dueña para realzar el valor decorativo del conjunto. También los hippies colocaban flores en los cañones de los rifles cuando protestaban contra la guerra. Pero el objeto de la fotografía es un instrumento pacífico, de su caño no salen balas y no necesita licencia de uso. Así pues la imagen posee algo de sublime y hermoso, tanto como pueda serlo compartir el agua con el prójimo. Estas flores, además, están soportando con bastante dignidad el paso del tiempo. Al igual que el objeto de la fotografía.

Decíamos que la tecnología popular crea útiles baratos, funcionales y duraderos. Añadamos otra cualidad: versátiles. Si buscásemos a un niño que nunca hubiese visto el objeto de la fotografía, pusiéramos éste en sus manos sin darle ninguna explicación y lo dejáramos solo, no duden que acabaría haciendo cosas muy diversas e interesantes con él. Por ejemplo, lo usaría como trompeta, tambor, caja de resonancia, hucha, sonajero, casita de muñecas, castillo de juguete, trampa para bichos, portalápices, rastrillo, pala, martillo, fuente, canasta, espejo… Pueden completar ustedes la enumeración. Todos hemos sido niños alguna vez.

El objeto de la fotografía es tan humilde y popular como su uso. Dado que en la actualidad poseemos tantos objetos sofisticados, atractivos y tecnológicamente avanzados, sería fácil no concederle importancia a un artilugio vulgar que aparenta ser una lata modificada, es barato y, en manos de un adulto, sólo serviría para beber.

Probablemente el objeto más indispensable para la mayoría en estos tiempos sea su moderno e inteligentísimo teléfono móvil. Pregúntense ahora, por favor, qué podrían hacer con él si se quedasen tirados en medio de la nada, sin cobertura, ni batería, ni cargador. Y no pidan ayuda a un niño para responder. Después, observen otra vez el objeto de la fotografía.

Juan Felipe Molina Fernández
Foto: Juan Felipe Molina/Guillermo Molina