Entre el miedo, el cabreo, el agradecimiento y la esperanza

Por Fernando Romero

Una de las partes más importantes dentro de la inteligencia emocional es saber identificar las emociones, controlarlas y buscar elementos de motivación para minimizar o reducir las que más nos puedan perjudicar y aumentar y potenciar aquellas que nos hacen ser positivos, “tirar pa’ alante” (como dicen muchos). En estos días es muy importante encontrar herramientas que nos hagan ser fuertes y buscar razones para el optimismo y que ayuden a creer que JUNTOS PODEMOS GANAR ESTA GUERRA contra el Covid-19. Controlar nuestras emociones y sentimientos, una cuestión fundamental en nuestro día a día y más importante aún mientras dure el estado de alarma. En mi caso, vivo con miedo por salir a la calle, cabreado en momentos puntuales, agradecido a todos los que cuidan de nosotros y esperanzado en que saldremos adelante. Afortunadamente, convivo gran parte del día con este último pensamiento.

Sí. Lo reconozco. Salgo con MIEDO a la calle. Sea para ir al trabajo dos tardes a la semana (el resto puedo hacerlo tele trabajando en casa), para comprar para toda la semana o para tirar la basura. Salgo con esa sensación de temor, de no tocar nada en los espacios comunes del bloque, de limpiar y desinfectar cada espacio de trabajo, los artículos que compro o cada rincón de la casa nada más llegar de la calle. Cualquier precaución me parece poca. Esa palabra, “miedo”, que se entiende como algo negativo, puede ser buena porque te obliga a extremar las medidas de prevención, te lleva a ser responsable con los que te rodean y lejos de combatirla con valentía, toca ganarle la partida con la máxima precaución y, sobre todo, QUEDÁNDOSE EN CASA.

También tengo momentos de “CABREO”. Sobre todo cuando escucho, veo o leo que hay gente que se empeña en saltarse el confinamiento o no tomándoselo con la seriedad que requiere este momento tan complicado que nos está tocando vivir. Me enfado con el que sale a comprar “un paquete de tabaco porque así puedo salir un ratito cada día y tengo la excusa perfecta si me paran”(cuando podría comprar más cantidad y así se evita exponerse y que se expongan el resto de clientes o el estanquero), o con el que va al banco “a sacar diez euros y así mañana vengo a por otros diez y tengo la excusa perfecta para salir un rato cada día” (cuando podría sacar más cantidad y así se evita exponerse y que se expongan el resto de clientes o el banquero)… Y sirvan estos dos simples ejemplos para no aburrirles más y para que entiendan mi sensación de rabia y mi enfado con ese tipo de comportamientos…

Por supuesto, estoy muy AGRADECIDO a todos los que miran y cuidan por nosotros y por nuestra salud, que están en primera línea de batalla por la “esencialidad” de sus puestos de trabajo. Les estoy agradecido y tienen toda mi admiración, respeto y cariño. A todos, sin excepción, pero haciendo un poco más de hincapié en el sector bancario (tanto empleados de banca como agentes financieros) porque me toca más de lleno, ya que cinco miembros de mi familia más cercana pertenecen a este grupo de “trabajos esenciales”. A todos, GRACIAS DE TODO CORAZÓN.

Y, para mí lo más importante, estoy ESPERANZADO. Estoy seguro que acabaremos ganando, que JUNTOS lo vamos a lograr. Mi personalidad me impide verlo de otro modo. CREO ciegamente en la victoria. Porque cada día, cuando llegan las ocho y salimos al balcón, me pega “el subidón” que me refuerza completamente la confianza, me recarga la batería al 100% y me hace irme a la cama con la seguridad del que sabe que este partido lo vamos a ganar. Y más aún cuando tenemos la suerte de sentir de cerca el aplauso de los sanitarios (ver vídeo) cuando ese aplauso de las ocho va por ellos y por todos los que están en esa primera línea de batalla. En esta ocasión, ellas quisieron compartir ese momento tan especial. Una de ellas es vecina mía, casada y con dos hijos, que tienen que vivir día a día con ese miedo pero que combaten estando más unidos que nunca. Una familia maravillosa que sirve como ejemplo de todas y cada una de las familias que viven su misma situación. Ella es sola una de tantas y tantos, pero representa a todos y cada uno de ellos. Queda aún mucho que luchar, pero JUNTOS, LO VAMOS A CONSEGUIR. Mientras, en mis momentos de optimismo, seguiré soñando con ese sonido del piano que tanta paz nos da cuando atraviesa las paredes de nuestras viviendas. ÁNIMO… “Resistiremos y… GANAREMOS”