Un tul de bruma y luz acompaña al río, como acolchando la inauguración de un nuevo día. Una gasa se desvanece mientras aparece la mañana, enmarcada en una fría sierra de enero.
¡Qué bien puesto tiene su nombre la Sierra del Rey! Se llama así, al parecer, porque relumbra allí el Astro Rey incluso antes de asomar sobre la línea irregular del horizonte. Son también sus paredones los últimos en atestiguar la luz espesa que anuncia noches. Sierra de ásperos chevrones apuntando al cielo, con una ermita a sus pies, y un arroyo entre alisedas y enebros.