En estos años tan extraños, tan poco prolíficos de aguaceros benignos, se hace indispensable marchar a la rebusca de otoños, husmearlos en los rincones, escudriñarlos en fragmentos de vida en plena caída, rastrear menudencias en ocaso, tantear palabras sesgadas y en declive, palabras oblicuas para esa carta que te ronda por la cabeza y que nunca escribes.