¡Construyamos círculos de piedra! Así zanjaron el asunto en aquella reunión de siluetas alargadas sobre una superficie herbácea. El lugar era sagrado. Que ellos supieran, lo había sido desde el Comienzo de los Tiempos. ¿Qué mejor manera de marcar el Ombligo del Mundo, de enmarcar las Puestas de Sol? La importancia de la sombra solsticial en una tierra húmeda de claroscuros ha quedado así erigida. Lo ha construido el Ser Humano ayudado quizás por su esencia sensual y espiritual. Pero sobre todo, lo ha construido porque puede. Y porque no puede renunciar a ser lo que es, desde aquel día que afiló un canto rodado. Hoy construye círculos de piedra, mañana construirá catedrales. Ya habrá tiempo de pergeñar Idearios y Escrituras… y de adjudicarles un Dios.