Padre...

Son las 10:06 del Sábado, 27 de Abril del 2024.
Padre...

 

Por Lourdes Carrascosa Bargados

 

Marzo, el mes que ya termina, tiene entre sus fechas señaladas el día diecinueve como la festividad de San José, tradicionalmente el día del padre.

Esta celebración en España se la debemos a una maestra, Manuela Vicente Ferrero, que impartía clases en la escuela del Santo Ángel de la Guarda, en el madrileño barrio de Vallecas. Sus alumnos, como la gran mayoría de los de todos los colegios, realizaban regalos para la celebración del día de la madre, pero no para los padres. Dicen que algunos padres se quejaron y entonces decidió en 1948 comenzar a celebrarlo.

Manuela también era columnista en diarios y revistas de la época, con el sobrenombre de Nely, por lo que utilizó esas plataformas para dar a conocer esa celebración, e incluso en el año 1953 el dueño de Galerías Preciados contactó con ella para lo que luego fueron las promociones de los regalos del día del padre.

Dejando de lado lo comercial de la celebración, me centraré en lo importante: la figura del padre.

Vivimos tiempos de fuertes contrastes, de imágenes y noticias que muchas veces quitan valor a las palabras. La definición de padre es: varón que ha engendrado uno o más hijos y que tiene las cualidades que a ese papel se atribuyen, como son, especialmente su carácter protector y afectivo.

Un padre es aquel que te acuna cuando lloras, que te regaña cuando rompes las reglas, que tiene fe en ti incluso cuando tú no la tienes, y cuyos ojos brillan de orgullo con tus éxitos o lloran viendo tus lágrimas.

Cuando las noticias nos hablan de personas que envenenan a sus hijas de corta edad o asesinan, por cualquier procedimiento brutal, a sus hijos por violencia vicaria contra sus mujeres, o en los casos en los que los progenitores se despreocupan completamente de sus hijos, o se limitan simplemente a pasar la manutención, sin más relación ni interés por sus descendientes… Cuando ocurre todo eso tengo claro que habrán procreado hijos, pero no merecen el nombre de padres.

Para mí las palabras: padre, madre, hombre, mujer, tienen un gran valor. Aunque por cuestiones ideológicas haya quienes pretendan enfrentarnos, creo que la liberación de la mujer debe ir encaminada a una igualdad de derechos, dónde ambos compitan con las mismas condiciones. No soy partidaria de las cuotas. A mi modo de ver, es otro modo de manipulación y diferenciación, por más que se mencione como discriminación positiva. Discriminar para mi es siempre negativo.

Las administraciones deberían poner todas las medidas de protección necesarias en los casos en que las mujeres o los hombres deban enfrentarse con seres irracionales que no entienden de otra cosa que no sea poseer, dañar, someter y que denigran las palabras padre o madre y por desgracia los datos nos indican que todavía falta mucho para considerar que ya se ha hecho lo necesario.

Sirve de poco un minuto de silencio, una manifestación, etc… si las medidas que se toman por parte de la justicia, no ayudan a resolver los problemas reales, para las parejas y sus hijos.

Por mi profesión he podido vivir experiencias de este tipo, con muy malas soluciones, pese a las buenas intenciones, que se quedan en eso, en intenciones, pero que suelen terminar luego en finales más trágicos de lo que se puede esperar.

Pese a lo anterior, conozco muchos hombres extraordinarios que no merecen cargar con la lacra social que solo unos bárbaros ejercen. Hay cientos de padres corresponsables de la crianza, alimentación, vestido, sueño, baño, juego y enseñanza de sus hijos e hijas. Padres que estimulan el desarrollo, mantienen una relación afectiva e incondicional que va más allá de la provisión económica.

La otra mañana, por azar, pude presenciar conmovida, una conversación entre un padre y su hija, precisamente para felicitarle por la festividad de San José. Lógicamente, yo no podía escuchar las palabras de la hija, pero, como soy buena observadora, si analicé las expresiones del padre.

Este amigo aparenta ser una persona seria y con fuerte control de las emociones. Por eso me enterneció la escena, con el cambio de su mirada, su gesto complacido en el que apareció una gran sonrisa, la cara de satisfacción y, por encima de todo, la evidencia del amor que ambos comparten.

Vayan estas palabras como sencillo homenaje a todos esos padres entrañables, tiernos y amorosos, que cuidan, protegen, dan consejo, apoyo moral o físico a sus hijos o hijas y que son muchos más que esos bestias que no merecen siquiera ser mencionados.

Manuela Vicente Ferrero