Hoy daremos un paseo por la cosmogonía clásica de la India. Y utilizaremos para ello conceptos profundamente arraigados en el alma de ese país y cuyo origen tiene una antigüedad de milenios.
Hablemos de los gunas. Esta palabra puede traducirse del sánscrito como hilo, hebra o filamento. Y, en efecto, los gunas son los hilos con los que la naturaleza teje nuestro mundo, tanto el interior como el exterior. De modo que los gunas constituyen los tres bloques fundamentales de construcción de la Naturaleza, llamada Prakriti.
Prakriti es la causa primera del universo, de todo excepto de Purusha (el Alma o Ser), que no tiene causa. Prakriti representa todo lo que es físico, tanto la materia como la energía, y consta de tres características esenciales, que son los gunas:
- Sattva: equilibrio, claridad, ligereza, luminosidad y alegría
- Rajas: dinamismo, actividad, excitación y sufrimiento
- Tamas: inercia, tosquedad, pesadez, obstrucción y pereza.
Así pues, para la filosofía Samkhya (una de las seis escuelas principales de filosofía clásica de la India) los gunas son la triada de fuerzas, los tres bloques de construcción de la Naturaleza, la matriz de la creación. Los gunas están asociados y son concomitantes, en cuanto que actúan colaborando entre sí y no existen separadamente unos de otros. Además, están en continuo conflicto entre ellos y como resultado de esta tensión inherente crean los diferentes niveles ontológicos de la realidad.
Tal como la mujer de la ilustración se hace trenzas en el cabello, así utiliza la Naturaleza los gunas: entrelazándolos en todos los aspectos de nuestra vida (físicos, mentales, energéticos, psicológicos y espirituales). Los tres gunas (sattva, rajas y tamas) están siempre operativos y nos impelen a la acción. Además, al estar interconectados, funcionan en conjunción, como un tándem, de modo que cuando uno de ellos cobra un rol dominante los otros dos adoptan una función subordinada.
Los gunas se hallan detrás de todas las modificaciones que suceden tanto en el mundo externo como en el interno y, dependiendo de cómo los manejemos, pueden crear en nosotros el cielo o el infierno. Así, cuando meditamos, podemos observar cómo los gunas trenzan nuestro mundo interior y también cómo, más adelante, nos impulsarán hacia la acción. Pero el yogui “doma” los gunas en todos los niveles de su ser hasta que, finalmente, estos se atenúan y decaen, y así nunca vuelven a desestabilizarlo en su camino hacia la liberación de Prakriti o, lo que es lo mismo, de la Liberación-Libertad Absoluta para el individuo y su mente. Entonces, la mente calmada gravita hacia el Alma-Ser-Purusha. De forma que el objetivo, de acuerdo con Patanjali, es conducir a los tres gunas a un estado de equilibrio, mediante la reabsorción en la Naturaleza (Georg Feuerstein en “Encyclopedic Dictionary of Yoga”).
El origen de todos los conceptos que estamos manejando se puede encontrar en el Atharva Veda (X.8.43), compuesto en el II milenio a.C. Con posterioridad a esa fecha, en el Bhagavad Gita (capítulo 14) se dice que la Naturaleza, por medio de las gunas, se multiplica incesantemente a través del deseo, para beneficio del juego cósmico. Vyasa Bhasya, en sus comentarios sobre los Yoga Sutras de Patanjali, habla de la interdependencia de las gunas y de la sinergia entre ellos, pero fue el genio de Vijnana Bhikshu el que explicó lúcidamente las ideas multidimensionales de las gunas, en los niveles metafísicos y ontológicos. Podemos decir que los gunas componen una colosal sinfonía, en la vasta esfera del cosmos, con la armonía a través de la cual se mueve Prakriti, que, como una buena madre, trenza los tres gunas en una hermosa obra de la Naturaleza.
¿Qué utilidad práctica, concreta y tangible tiene toda esta concepción del cosmos para el hombre y la mujer de hoy en día? En The Yoga Institute llevamos años realizando estudios sobre los gunas y, singularmente, sobre sattva y sus manifestaciones en asuntos como la alimentación, los pensamientos, el comportamiento sátvico (que es pacífico y armonioso), los sentimientos, la amabilidad (otro rasgo sátvico), los recuerdos o la personalidad, entre otros muchos aspectos. Y no exageramos al afirmar que el objetivo final de la práctica y del estudio del yoga es lograr que nuestra personalidad sea sátvica, lo que hará de nosotros mejores personas, con una vida más sana, equilibrada y alegre. Propósito francamente deseable para estos tiempos turbulentos en que vivimos y en los que tantas personas están sufriendo.
Harold Sequeira, Maestro de Yoga en The Yoga Institute (India)
Traducción: Juan Felipe Molina